19 Jun Organizadoras de placares: la salvación para desordenados irremediables – Diario Clarín
Posted at 11:30h
in Prensa
25/11/2016
Colapsados en pilas de papel o placares llenos de ropa, cada vez son más los que necesitan de una mirada ajena para la solución a sus problemas.
El orden de la casa se convirtió en un nuevo lujo a alcanzar y, a la par de esa aspiración, mujeres con un gen desarrollado para lograr que cada objeto tenga su lugar (fundamentalmente dentro del placar), profesionalizaron sus habilidades y comenzaron a ofrecer a terceros la tarea de poner a punto cualquier rincón o espacio.
“Acá todavía es algo poco conocido y que muchos no terminan de entender. Pero en otros países es un servicio muy instalado”, explica Brenda Haines, fanática asumida de la limpieza y la decoración y, desde mayo, dedicada a dejar impecables vestidores y cajones ajenos.
La gran impulsora de esta tendencia fue la japonesa Marie Kondo, quien desde su archi best seller La Magia del Orden (ver recuadro) promueve bondades de la pulcritud. Para ella -y para sus sucesoras locales-, terminar con el caos doméstico ayuda a lograr más bienestar.
“Creo que el interés que despertó el tema tiene que ver con el auge del cuidado del cuerpo y la vida interior, y que lleva a considerar a la casa como un reflejo propio”, completa Marietta Vitale, una publicista y decoradora que se capacitó como interior planner -como ella define su oficio- en Estados Unidos y ahora brinda cursos de formación para futuras colegas.
Hace un tiempo, por ejemplo, a Vitale la contrató una profesora de yoga. “Después de terminar mi tarea me remarcó que había empezado a sentir que su hogar estaba alineado con su ser”, completa.
¿Quiénes recurren a este servicio? Los interesados van desde familias que viven en casas de superficies generosas hasta otras que tienen que hacer rendir cada rincón. También, hombres solos. Ellos, dicen las especialistas, son quienes dejan más libertad de acción para el cambio. Los acumuladores compulsivos, por su parte, no entran en el listado de los clientes frecuentes.
En cualquier caso, la situación que suele repetirse es que “la persona que las contrata está atravesando un momento de transición. Puede ser una mudanza, un nacimiento, un nuevo trabajo o un hijoque se independiza”, enumera Vitale.
Camino al desorden free
Antes de ponerse en acción, las organizadoras charlan con sus clientes sobre las expectativas buscadas, y arman entre ambos un plan de trabajo. Ya in situ, seleccionan lo que consideran guardable.
También se encargan de clasificar y archivar papeles, lookear casas para poner en venta, desarmar una mudanza, sugerir modificaciones en el estilo de la decoración, y hasta capacitar al personal doméstico. Cuando terminan su tarea, dejan un instructivo para que los dueños puedan mantener ese estado ideal. El honorario puede rondar los $ 500 por hora, aunque se cobra por el trabajo completo.
De un placard estándar, apuesta Haines, el cincuenta por ciento de las cosas se puede tirar. El desafío para las organizadoras seriales es convencer a los dueños de ese despojo.
Los organizados: agobiados por el caos
Si uno no puede con algo, mejor buscar ayuda. La frase puede ser un comodín para los temas y circunstancias más diversos. Para Alejandra -una abogada porteña que vive con sus dos hijos de veintipico-, fue un puntapié para buscar una solución a su hábito de acumular ropa.
“Estaba verdaderamente en un estado de necesidad. Tenía un cuarto adaptado como vestidor que compartía con mi hija. Había mucho espacio e igualmente estaba abarrotado, desbordado y saturado de trapos, y no podía desprenderme de nada. Era algo ingobernable. Ni sabía lo que tenía. Me sentía empantanada. ¡Y no dejaba de comprar!”, relata.
La solución que encontró para salir de ese laberinto fue entregarse al asesoramiento de una organizadora de espacios. “Mis amigas y mis hijos me decían que era una locura. Pero yo sabía que lo mejor era que una persona desconocida se hiciera cargo de esa tarea”.
Buscó en Facebook y así fue como dio con una experta. Ella llegó y comenzó su misión. El resultado: bolsas repletas de ropa impecable y lista para hacer recircular; y otras, con prendas para tirar.
La sensación de alivio, asegura, fue inigualable. “El momento fue muy revelador. Me generó un click fuerte. Me renovó la energía, el humor y me dio más claridad mental. A partir de ese instante decidí andar por la vida mucho liviana y despojada”, agrega.
Otras ventajas que percibió, agrega Alejandra, es que ahora demora mucho menos en elegir la ropa y en arreglarse para salir.
Además, desde esa decisión, compra muchos menos objetos y no se pierde ni un curso sobre el tema.
La prueba irrefutable de su transformación fue cuando se mudó hace unos meses y eligió quedarse con un tercio de los muebles y demás pertenencias. “Seguí los tips que aprendí y en un día dejé todo impecable”, completa, orgullosa y sorprendida.
Territorio propio Martín, de 26 años y encargado de marketing de marcas de moda, también advirtió que en su primer departamento de soltero hacía falta una depuración de objetos.
Los pocos metros era una causa visible y posible; pero su tendencia a guardar papeles (en especial, apuntes viejos de la facultad y carpetas de trabajo), zapatos y ropa, sin dudas, el motivo de fondo.
Como no sabía por dónde empezar, contrató a una especialista. Dar con ella fue fácil, porque ya la seguía en Instagram, por su practicidad para resolver la funcionalidad de los espacios y su criterio estético.
Ni bien llegó ella, Martín cedió la potestad de su refugio personal. “Me fui un rato. Cuando volví, no reconocía el lugar. Me parecía muchísimo más grande y me di cuenta del potencial que estaba desaprovechado”, resume.
Por supuesto, reencontró cosas que ni recordaba tener ni por qué había decidido conservar.
Ahora, afirma, pasa muchísimo más tiempo en su hogar. Trasladó las jornadas de teletrabajo en bares, al sillón de su living; empezó a organizar reuniones y a invitar más amigos.
Otro beneficio: “Me dio un sistema de orden, fácil de mantener y que trato de seguir ”. Pura ganancia, asegura.
(Columna EntreMujeres en Clarín aqui)